miércoles, mayo 17, 2006

Del delta del nilo al British Museum

Cuando llegué a Rosetta después de haber pasado varios días en el ardiente desierto egipcio, la ciudad me pareció un paraiso verde y azul de exuberante vegetación y cálidas playas. ¡Qué similares y a la vez qué diferentes la arena punzante del desierto y la suave del Mediterráneo!
En el mercado de Rashid (así llamaban los egipcios a aquel lugar) cambié mi camello por un caballo y me dirigí a las excavaciones que tenían lugar para ampliar y restaurar una fortaleza turca cercana donde debía supervisar las obras.
Cuando divisé las tiendas del campamento, ya anochecía. Tras comprobar mi documentación, un joven soldado del turno de guardia me indicó el pabellón del capitán Bouchard al que encontré en el interior de su tienda inclinado sobre una mesa examinando algo con la tenue iluminación de una linterna de campaña. Al verme, me sonrió y me hizo señas para que me acercara e inspeccionara yo también el objeto. Era una piedra oscura de gran tamaño, debían haberla encontrado ese mismo día porque todavía estaba sucia y tenía adheridos trozos de barro, a pesar de ello, sobre su superficie se podían distinguir tres inscripciones distintas, en una pude reconocer caracteres griegos, mientras que las otras dos resultaban desconocidas para mi, aunque la primera estaba construida con esos curiosos dibujos que yo había visto en muchos otros lugares de Egipto.
Creo - dijo Bouchard, hablando por primera vez - que este puede ser un importante hallazgo para la ciencia.

- Journal d'un ingénieur de l'Empereur



Ya que hemos volado hasta la capital del Reino Unido, merece la pena acercarse al British Museum para admirar la roca de granito oscuro que es centro de atención de todo visitante que se adentra en el ala de civilizaciones antiguas.

La piedra Rosetta contiene una inscripción en dos lenguas, egipcio y griego, utilizando tres sistemas de escritura: jeroglífico, demótico y griego uncial. Fue encontrada por el ejército de Napoleón en 1799 mientras construian un fuerte cerca de la ciudad de Rashid. A pesar de la oposición de los científicos franceses y algún intento fallido de ocultarla, pasó a manos inglesas según lo dispuesto en el Tratado de Alejandría de 1801.

En 1814, Thomas Young (curiosamente un físico inglés, el mismo del "módulo de Young" y el "experimento de la doble rendija de Young") terminó de traducir el texto demótico y sugirió que algunos de los jeroglíficos parecían corresponder a los sonidos del nombre real "Ptolomeo". Esto sirvió de base al egiptólogo francés Jean-François Champollion que a partir de la comparación con las otras inscripciones consguió dar sentido a la escritura jeroglífica haciendo posible la traducción de este sistema de escritura.

La piedra ha sido expuesta en el British Museum desde 1802 hasta la actualidad con una única interrupción hacia el final de la Primera Guerra Mundial, cuando debido al alto riesgo de bombardeos fue trasladada (junto con otras piezas de relevancia) a un lugar seguro entre 1917 y 1919.

Las personas no son los únicos sujetos de extraños viajes a través del espacio y el tiempo.

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