martes, noviembre 14, 2006

Rush - Cádiz

Cuando no se tienen muchas oportunidades de salir de su entorno habitual, es posible sentir que el tiempo nunca es suficiente cuando se viaja. En mi caso personal, este sentimiento se incrementa por las veces en que visito otros lugares y, por "los azares del destino", el tiempo no se aprovecha como a mi me gustaría (o no se aprovecha en absoluto).
Cuando este verano planeaba mi pequeña ruta hasta Rota, decidí que en lugar del camino más directo, iría en tren hasta Cádiz y luego tomaría un catamarán que cruza la bahía hasta mi destino final (desde el cual está tomada la imagen que publiqué en el post "Compartir Fotografías").

Tras llegar a la trimilenaria ciudad, crucé desde la estación de Puerta Tierra hasta la terminal marítima del Consorcio de Transportes de Andalucía donde comprobé que aún tenía unos setenta minutos hasta la salida de mi barco. Fue entonces cuando me invadió la urgente sensación de que no podía perder ese poco más de una hora que se me había concedido para echar un vistazo por la ciudad.
Así que con mi mochila de viaje (que no pesaba precisamente poco) y guiado por unas torres de cúpulas relucientes, crucé la plaza de San Juan de Dios en la que, un poco más allá del Ayuntamiento, tropecé con una oficina de turismo. Entré para pedir un plano (me encantan los planos de ciudades) y proseguí por calle Pelota hasta la plaza de la Catedral: admiré su original arquitectura exterior y me asomé por una de sus puertas para observar que el interior, en cambio, es muy parecido al de otras andaluzas.
Desde allí y con el plano y mi intuición cómo única guía continué callejeando por la ciudad: por la calle de la Compañía hacia la Candelaria (donde se encuentra el edificio en el que nació Castelar), por Montañés hasta la Plaza del Palillero y luego por Columela hasta San Francisco y su iglesia llegando de nuevo hasta el mar por Isabel la Católica (que también esconde una casa natal, esta vez la de Pemán) . Desde allí, se divisaba el Baluarte de la Candelaria y me paré un momento a descansar. Miré la hora y me agobié un poco: si mi transporte era puntual, no me sobraba el tiempo para volver y no sabía cuál era exactamente el camino más corto de regreso a la terminal.
Empecé a andar un poco más deprisa aún, siguiendo el borde del área portuaria cuando fui interceptado por un grupo de chicas italianas ("minchia!" pensé, pero no lo dije para no resultar maleducado) que estaban más perdidas que yo y querían echar un vistazo a mi mapa. Perdí unos minutos con ellas y entonces si que comencé a correr, pensando que perdía el catamarán.
Tras la carrera, embarqué sin aliento y ya no quedaban plazas sentadas en la cubierta, de modo que me quedé de pie, observando la ciudad alejarse y difuminarse entre la bruma marítima mientras sentía cómo la espuma me salpicaba en la cara y escuchaba cómo el motor nos impulsaba hacia el otro extremo de la bahía...

No hay duda de que Cádiz merece mucho más tiempo que el que yo le dediqué aquella mañana, pero no me arrepiento de haber "correteado" de un lado para otro por sus calles y plazas. Quién sabe cuando se me presentará la ocasión de volver.

viernes, septiembre 15, 2006

Clickair Despega

Ya está en marcha la página web de Clickair. La nueva compañía aérea de bajo coste (entre cuyos cinco accionistas se encuentran Iberia y Cobra) ofrece vuelos desde Barcelona (donde tiene su base en el aeropuerto de El Prat), Sevilla y Valencia hacia París, Ginebra, Zurich, Roma y Lisboa. Su plan prevé 70 rutas a 55 ciudades a finales de 2008.



Con esta llegada, parece que el sector de las "low cost" se calienta aún un poco más: para abrir boca han puesto a la venta 100.000 plazas a 5€. Una búsqueda rápida me ha devuelto vuelos Sevilla-París en fechas en torno a los puentes del Pilar y la Inmaculada por menos de 70€ (ida y vuelta, incluyendo tasas).

El citado motor de búsqueda es mejorable (para mi los mejores son el tipo tabla de doble entrada de Iberia y el tipo calendario de BA) y el diseño de la web es moderno, sencillo y "aerodinámico"; quizá podría ser más elaborado, pero también podría ser tan estridente como el de Ryanair.
Ah, también me gustan los colores corporativos, pero esperaré a ver cómo quedan sobre los aviones para emitir el veredicto final.

Más... Las entradas son "no numeradas", es decir, la adquisición del billete no conlleva la reserva de una plaza concreta (no es la primera compañía con esta política), aunque ellos sí se reservan el derecho de asignar las plazas por motivos de operatividad y seguridad. Tampoco incluye comidas, pero anuncian que se podrán disfrutar a precios "muy económicos" (imagino que comprarán la comida en supermercados de bajo coste).

Sólo queda desear suerte a la nueva compañía (la competencia siempre es buena) y una rápida puesta al 100%.

Se me olvidaba, si alguien se monta en uno de los airbus A-320 que cuente qué tal van.

martes, septiembre 05, 2006

Dinamismo y Enlaces

He decidido escribir algo más a menudo en el blog con el objeto de darle un poco más de dinamismo. Eso significa que habrá más comentarios "espontáneos" mezclados con los más "solemnes". En realidad, así se parecerá más a un blog.

También me he dado cuenta de que la "sidebar box" de los enlaces lleva algún tiempo sin actualizarse así que voy a trabajar un poco en ello... Empezamos con la web de un compañero que, aprovechando el programa ISEP, va a estar algún tiempo estudiando en South Dakota, un estado en el centro-norte de Estados Unidos (como siempre, Google Earth es un gran aliado para observar la tan denostada geografía norteamericana).
En www.conociendoamerica.info podéis encontrar información sobre la burocracia del programa, un album fotográfico, un blog... lo mejor es que lo conozcáis vosotros mismos.

jueves, agosto 17, 2006

Navegantes



Detuvo su vehículo en la zona de estacionamiento junto al cabo de San Vicente. Apagó las luces y, tras cerrar suavemente la puerta, se sentó en una de las rocas del escarpado acantilado.

En pocos segundos, gracias al murmullo de las olas, el intenso olor del inmenso océano y el brillo rutilante de las estrellas, João se encontraba a muchas millas de distancia de su anodina existencia. Por unos instantes, podía olvidar su ridículo apartamento y su trabajo en un patético bar para turistas y sentir como si sus repetidos fracasos sociales y sentimentales jamás hubiesen ocurrido.

Contemplaba las frías aguas del Atlántico Norte y el hemisferio boreal de la bóveda celeste, pensando que aquellas mismas constelaciones habían servido de guía a los audaces navegantes portugueses para surcar aquellas mismas aguas, desafiando los mitos del fin del mundo y descubriendo nuevas tierras; construyendo la gloria de un fugaz imperio del que ya sólo quedaban ruinas y recuerdos...

- From Sagres to Tidore Island


No estuve mucho tiempo en Faro, pero allí descubrí lo que de alguna manera esperaba encontrar en el sur de Portugal.
Entre ciudades turísticas con un marcado contraste entre la zona para veraneantes y el "pueblo viejo", la capital del Algarve posee un casco histórico amurallado que conserva parte de ese aspecto decadente y señorial de los restos de un imperio.
Puertas en sus muros, casas solariegas y otras más pequeñas en callejuelas, una llamativa (aunque pequeña) catedral románico-gótica y un museo arqueológico en el lugar de un antiguo convento componen la "Cidade Velha".
En Faro, el ferrocarril discurre junto a una linea costera sin playa. Más allá, las marismas del parque natural Ría Formosa constituyen un laberíntico paisaje escondido al simple oteador, pero que, como en otras ocasiones, merece la pena observar en Google Earth.

Hacia el Oeste aún quedan algunas poblaciones. Portimão, con una orientación urbana eminentemente turística; Lagos, empinada y alegre y Sagres, fundada por el Infante Enrique, que una vez fue el más avanzado centro de tecnología naval de occidente. Junto a esta última se encuentra el cabo de San Vicente: una fortaleza y un faro construido en un convento franciscano del siglo XVI son lugares de interés en el punto situado más al suroeste del continente Europeo.

jueves, agosto 10, 2006

Compartir fotografías

Muchos viajeros son aficionados a la fotografía: capturar en una imagen aquello que nos impresiona, componer un album con los lugares que hemos visitado o intentar detener el tiempo en momentos que no queremos olvidar.
Hoy, esto es más fácil que nunca, cualquiera puede hacerse con una compacta digital por un precio asequible (desde los 150€ aproximadamente) y una tarjeta de memoria (en 512MB se pueden almacenar unas 300 fotos de buena calidad con un precio entre 20€ y 40€) y lanzarse a disparar fotos. La posibilidad de previsualizar las fotos en una pantalla y borrar las que no nos gustan, hace que con un poco de paciencia se puedan conseguir buenos resultados.

Tras volver de viaje, mucha gente desea enseñar sus fotos a su familia y amigos u obtener una copia de las imágenes que tomaron los que nos han acompañado.
En este sentido me ha llamado la atención el servicio que Zooomr ofrece. Los usuarios registrados reciben un espacio donde subir sus fotos y una dirección a través de la cual las personas que él autorice pueden visualizarlas y dejar comentarios sobre ellas. También puedes etiquetar las fotos de manera que si las haces públicas sean fácilmente localizables por el resto de los usuarios. Además pues asignar una "GeoTag", es decir, localizar tu foto en cualquier lugar del mundo, utilizando como base el mapa/satélite de google maps.
Todavía estoy explorando sus posibilidades, pero desde luego para un lugar interesante para compartir fotos.
¡Ah! Se me olvidaba mencionar que para cada foto se proporciona un código html por si quieres enlazarla desde otro lugar. Por ejemplo, ésta (que no será la que utilice para un próximo post sobre Cádiz):


DSC00854

P.D: Ya sé que os debo cierto post sobre Faro, tranquilos, no se me ha olvidado.

domingo, julio 23, 2006

Larga Pausa, Breve Escapada

De vez en cuando, los viajeros también se ven obligados a hacer un alto en sus caminos. Reconozco que en este caso la causa parcial fue mi falta de previsión. Espero no haber impacientado a nadie.
Estos días he retomado la marcha visitando la costa sur de Portugal.
En un viaje siempre se aprenden cosas, no sólo sobre los lugares que se visitan, sino también sobre planificación (transporte, alojamiento, estimación de costes...) y convivencia (pasar mucho tiempo con otras personas permite conocerlas mejor y pone de manifiesto las diferencias y los puntos comunes). Ambas merecen sus propios post (el primero de ellos en un futuro no muy lejano).

La próxima entrada, sobre la capital del Algarve. Esta vez no tendréis que esperar mucho.

miércoles, mayo 17, 2006

Del delta del nilo al British Museum

Cuando llegué a Rosetta después de haber pasado varios días en el ardiente desierto egipcio, la ciudad me pareció un paraiso verde y azul de exuberante vegetación y cálidas playas. ¡Qué similares y a la vez qué diferentes la arena punzante del desierto y la suave del Mediterráneo!
En el mercado de Rashid (así llamaban los egipcios a aquel lugar) cambié mi camello por un caballo y me dirigí a las excavaciones que tenían lugar para ampliar y restaurar una fortaleza turca cercana donde debía supervisar las obras.
Cuando divisé las tiendas del campamento, ya anochecía. Tras comprobar mi documentación, un joven soldado del turno de guardia me indicó el pabellón del capitán Bouchard al que encontré en el interior de su tienda inclinado sobre una mesa examinando algo con la tenue iluminación de una linterna de campaña. Al verme, me sonrió y me hizo señas para que me acercara e inspeccionara yo también el objeto. Era una piedra oscura de gran tamaño, debían haberla encontrado ese mismo día porque todavía estaba sucia y tenía adheridos trozos de barro, a pesar de ello, sobre su superficie se podían distinguir tres inscripciones distintas, en una pude reconocer caracteres griegos, mientras que las otras dos resultaban desconocidas para mi, aunque la primera estaba construida con esos curiosos dibujos que yo había visto en muchos otros lugares de Egipto.
Creo - dijo Bouchard, hablando por primera vez - que este puede ser un importante hallazgo para la ciencia.

- Journal d'un ingénieur de l'Empereur



Ya que hemos volado hasta la capital del Reino Unido, merece la pena acercarse al British Museum para admirar la roca de granito oscuro que es centro de atención de todo visitante que se adentra en el ala de civilizaciones antiguas.

La piedra Rosetta contiene una inscripción en dos lenguas, egipcio y griego, utilizando tres sistemas de escritura: jeroglífico, demótico y griego uncial. Fue encontrada por el ejército de Napoleón en 1799 mientras construian un fuerte cerca de la ciudad de Rashid. A pesar de la oposición de los científicos franceses y algún intento fallido de ocultarla, pasó a manos inglesas según lo dispuesto en el Tratado de Alejandría de 1801.

En 1814, Thomas Young (curiosamente un físico inglés, el mismo del "módulo de Young" y el "experimento de la doble rendija de Young") terminó de traducir el texto demótico y sugirió que algunos de los jeroglíficos parecían corresponder a los sonidos del nombre real "Ptolomeo". Esto sirvió de base al egiptólogo francés Jean-François Champollion que a partir de la comparación con las otras inscripciones consguió dar sentido a la escritura jeroglífica haciendo posible la traducción de este sistema de escritura.

La piedra ha sido expuesta en el British Museum desde 1802 hasta la actualidad con una única interrupción hacia el final de la Primera Guerra Mundial, cuando debido al alto riesgo de bombardeos fue trasladada (junto con otras piezas de relevancia) a un lugar seguro entre 1917 y 1919.

Las personas no son los únicos sujetos de extraños viajes a través del espacio y el tiempo.