lunes, marzo 20, 2006

Orient Express

Cuando el joven conde de Essex llegó a la Gare de l’Est aquella primavera de 1924 no puedo evitar quedar sorprendido por el portentoso ingenio de la tecnología que muchos otros admiraban en la estación. Cinco elegantes vagones pintados de un brillante azul oscuro con el dorado emblema de la compañía descansaban en el primer anden. En el extremo, la imponente locomotora murmuraba suavemente como un gigante de acero dispuesto a entrar en acción.

El joven imaginó cómo, abordo de aquel tren, se acercaría a los Alpes a través de la campiña francesa, luego cruzaría el romántico norte de Italia hasta Venecia y, dejando atrás Trieste, se adentraría en la misteriosa Europa del Este: Zagreb, Belgrado, Sofía y finalmente la milenaria y exótica Bizancio. Un agudo silbido devolvió al joven a la realidad mientras un empleado le decía en un tono cordial pero respetuoso: "¿Puedo ayudarle a acomodarse, señor? El Orient Express está a punto de partir."

- Steel, Steam and Ashes

En 1883, después de muchas negociaciones políticas que permitieran cruzar varias fronteras internacionales, el Orient Express, un tren con vagones de lujo ideados por un ingeniero belga, comenzó su servicio.

En esta primera época, los pasajeros podían subir al tren en Paris y viajar hasta Munich y Viena o seguir adelante hasta Rumanía donde cruzarían el Danubio sobre un ferry. Ya en Bulgaria, otro tren los llevaría hasta Varna, donde de nuevo embarcarían a orillas del Mar Negro en una singladura que finalizaría en Constantinopla (pues en aquella época no existía ninguna línea que enlazase Bulgaria con la capital de Turquía).

En 1889, la compañía ofrecía ya el servicio directo completo desde Londres (con el obligado pasaje en barco desde Dover hasta Calais) hasta Constantinopla. En 1906 la apertura del tunel del Sempione (Simplon en inglés) añadió una nueva ruta a través de Milán, Venecia y Trieste. Esta ruta cobró especial importancia después de la Gran Guerra (durante la cual se suspendieron todos los recorridos) pues permitía la comunicación sin a travesar territorios alemanes y austríacos.

En la década de los 30 la linea se extendió hasta Atenas y se inauguró el Taurus Express, que se adentraba en Oriente Próximo hasta más allá de Aleppo, desde donde se ofrecían otros transportes para llegar a El Cairo, Bagdad e incluso Teherán. En este momento los pasajeros podían llegar desde Londres a la capital del Tigris en poco más de ocho días, con todas las comodidades que el dinero podía pagar, lo que suponía sin duda un logro inigualable en la industria del transporte.

La Segunda Guerra Mundial volvió a interrumpir los viajes, que ya nunca recuperaron su anterior relevancia y acabaron por desaparecer (debido en parte a la competencia de otros medios de transporte).

En la actualidad dos empresas han reconstruido la antigua gloria azul y dorada del ferrocarril europeo:
Pullman Orient Express cuenta en Francia con algunos vagones para diversas actividades y organización de eventos privados.
Orient-Express Hotels, Trains and Cruises es una lujosa empresa del sector turístico que ofrece espectaculares servicios en distintos lugares del mundo (tanto que quizá merezcan su propio "post") entre los que se encuentra un trayecto París-Budapest-Bucarest-Estanbul con un precio fuera del alcance de los simples mortales y una única salida anual.

Navegad un poco por internet y... soñad.

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